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Salgo de la escuela, camino y me cruzo a una vecina que hace mil años que no veía y me dice: “tenias pinta de ser mas alta” y yo con cara de indignada me salió del alma un ¿Qué? (con tono medianamente alto y enojado, como si tuviera una molestia dolorosa en la espalda.) La tan adorable señora me dice: “Si, cuando eras chiquita parecías ser muy alta, y pensé que cuando crezcas ibas a ser altísima.” Mi cara era para una foto y ponerla como gigantografía en el medio de la 9 de julio, o colgada en el obelisco. Me despedí con un “GRACIAS” bien rotundo y poderoso y me fui orgullosa de mi altura y con dignidad. Odio esas señoras tan sinceras que te hacen sentir un fucking corchito, pero señora, tengo algo que decirle: Usted es más enana que yo. (Já, soy hirientemente mala.)