Se acostumbró a su mundo, se separó del sol, se despidió del tiempo para
 dormir mejor. La reina de la noche fue la potenciación y el frío del invierno
 nunca la perdonó. Se despertó llorando, se desilusionó, buscando los
motivos de su desolación. La consecuencia grave, la desesperación y el
enfermizo juego de la transformación.